
El pasado 20 de Junio se inauguro en MNAC de Barcelona la exposición fotográfica miradas paralelas como muestra de la situación afín que ambos países vivieron en las postguerras desde los años cuarenta hasta finales de los sesenta.
La cantidad de material recogido hace preciso que la visita se haga con el mayor tiempo y calma que se tenga, a fin de sacar las conclusiones más exactas posibles. Quien guste de la literatura de Pio Baroja o Josep Pla saldrá sin duda alguna encantado del museo, tras esta muestra de antimodernidad que refleja perfectamente nuestro pasado más espartano.
La similitud de rostros, actitudes y demás hacia difícil adivinar a la primera si correspondían a uno u otro país, demasiados puntos en común. Mientras avanzaba de pasillo en pasillo intentaba pensar con claridad en que se queda hoy en día toda esa herencia tan aparentemente remota.
La fotografía realista tiende a ser crítica por si misma, es como aquello que decía Nietzsche que si realmente quieres hacer daño a alguien no es necesario mentirle. Todas las imágenes reunidas en esta exposición nos muestran el final de una sociedad hasta entonces agrícola. En el caso de España viene a coincidir con su revolución industrial, casi dos siglos mas tarde que el resto de Europa, el paso del campo a la ciudad que se dio en los cincuenta- sesenta queda aquí claramente reflejado como si se tratara de un documento periodístico.
Si bien no fue la fotografía sino el cine o la literatura los campos preferidos del realismo, estos transcendieron de manera notoria hasta ella, y fue precisamente el cine de Fellini y compañía quien hallo su homologo en Berlanga y Bardem. El compromiso con la realidad de la actividad artística de la época estuvo marcado por el carácter colectivo, el sesgo narrativo de la exposición excluye cualquier obra aislada. Gran parte de los fotógrafos nacionales aquí expuestos desarrollaron su obra al amparo del grupo AFAL, que supuso un enfrentamiento a todo el concepto de fotografía hasta entonces existente y cuya revista aglutino desde literatos como Unamuno o Valle- inclan hasta cineastas como Joaquin de Prada o Muñoz Suay.
A veces uno puede adivinar que hablan los personajes, que piensa la mujer campesina, los deseos en la mirada de una adolescente… El encanto del realismo es la escasez de artificio, que resulta de una honestidad tremenda. Aquí reside el legado histórico precisamente. Hasta el uso exclusivo del blanco y negro realza la crudeza. La expresividad de las imágenes habla por si sola, no necesita mas, poesía a ras del suelo, tierra pura. En Italia por otra parte fue el grupo La Bussola quien asumió de mejor manera esta labor como reflejaron en la revista Ferrania que se inicia en el año 47, así mismo La Góndola de Venecia fue otro colectivo importante de cuyo trabajo Berengo Gardin Y Giorgio Giacobbi dejan claras sus diferencias de estilo en esta exposición. La simplicidad sin embargo no significaba en absoluto que solo tuvieran cabida las ideas más simples, al contrario de esto la falta de artificio no estaba en absoluto asociada a ningún tipo de trivialidad.
Para los que ahora mediamos la treintena recordaremos el mundo de nuestros abuelos, que conocimos casi de milagro, para quienes sean mas jóvenes quizás se sorprendan y a poco que indaguen en su familia descubrirán unos orígenes insospechados, muy poco cívicos que se diría aquí en Barcelona, absolutamente alejados de quien hoy en día creemos ser, o quizás no tan alejados, lo dejo en un interrogante.
Los anónimos se convierten en protagonistas tras el objetivo de Eugeni Forcano y su mirada insondable, un mundo que ya no existe, para bien o mal, pero que indudablemente no esta de más visitar. Una inevitable colección de cadáveres, artistas que consiguen detener el tiempo al disparar sus cámaras. La fotografía como nexo de lo que fue y ya no es.
(publicado en el numero 4 de la revista VISION ART MAG en Agosto del 2006 por Ramonet)
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