
No se como explicar todo lo que he sentido leyendo las cartas de Gonzalo Arango a los otros nadaistas. No puedo explicar con facilidad la cantidad de materia prima para la vida que hay en cada frase, en cada expresión. Tras una breve lectura uno se siente con el deposito lleno de repente.
Fuerzas inexplicables le atacan y lo empujan a donde siempre debiera dirigirse y nunca va.
Ignoro como esta generación no son mundialmente despreciados (como habría dicho Gonzalo Arango, sin duda). No puede haber mayor similitud entre la bomba atómica y las palabras cuando salen del lápiz nadaista. Incluso creo intuir cierta fuerza desmedida que a veces actúa en su contra.
El nadaismo tiene toda la oscuridad que se necesita para brillar, así que después de semejante experiencia uno sale catapultado a la vida con un motor a propulsión semántico y ya nada vuelve a ser lo mismo para nosotros los gusanitos tristes.
El Nadaísta es joven y resplandece de soledad
es un eclipse bajo los neones pálidos
y los alambres del telégrafo,
es en el estruendo de la ciudad
y entre sus rascacielos,
el asombro de una flor teñida de púrpura
en los desechos de la locura.
Gonzalo Arango
No hay comentarios:
Publicar un comentario