
El encargo de los clientes franceses acaparaba su tiempo aquellos días. Sin embargo algo bloqueaba su creatividad, era incapaz de avanzar. Las semanas pasaban y la hoja seguía en blanco. Una extraña metamorfosis hizo que se fundiera con su lápiz de trabajo para acabar convertida en otro hermoso y bello lápiz azul.
El teléfono sonó pero su nueva condición le impidió responder. En cambio fue adoptada por aquel ceramista con el que compartía taller, y así cada día sentía su mano en cada trazo que el proyectaba.
Pero todos los lapices se consumen igual que la vida y al cabo de unos meses ya solo quedaban unos centímetros de lo que fue, aun así cuando ya no quedo apenas nada se extinguió pero dejando tras de si todo convertido en color, aquello que antes carecía de el.
El teléfono sonó pero su nueva condición le impidió responder. En cambio fue adoptada por aquel ceramista con el que compartía taller, y así cada día sentía su mano en cada trazo que el proyectaba.
Pero todos los lapices se consumen igual que la vida y al cabo de unos meses ya solo quedaban unos centímetros de lo que fue, aun así cuando ya no quedo apenas nada se extinguió pero dejando tras de si todo convertido en color, aquello que antes carecía de el.
4 comentarios:
Halaaa...qué bonita historia. Si amaba su trabajo, no creo que la importara acabar así. A todos/as nos gustaría que quedase algo nuestro cuando ya no estemos aquí ¿verdad?...bueno a casi todos/as.
Muy bonita historia y escribes muy bien :D
El TierraTrágame de cuando te encargan algo y no te sale nada en condiciones.
Pero no me gustaría que entraran un día en el taller , buscándome y acabaran pisando un charquito de pintura...
Ramonet. He metido en el blog algunos cuadros para que los ves. ¿Cuando abres el nuevo blog?. Puedes verlos en me aburo. Blogeer. tesa.Y luego me das tu opinión, por favor...Gracias.
Publicar un comentario