El desorden visulizado, reflejado en mil cruces de caminos, es un rumbo sin enderezar, un fugitivo buscando la salida con desesperación. Abstraído del resto del mundo tiene su tesoro en su accidente pero aun no se ha parado a pensar en ello. Pregunta, interroga, busca donde hay y donde no hay, se extraña de pertenecer a según que especie y tiene miedo de quedarse a vivir para siempre en el fuego cruzado. Mas adelante descubrirá que el no atravesó la frontera, que fue la frontera quien le atravesó a el de arriba a abajo.
Todos los lazos son de oscuridad, la luz aún le ciega demasiado, la luz aún nos ciega demasiado. Llegados a esta situación ha nacido un nuevo ser con vida propia, ingobernable, totalmente autónomo de movimientos. Ya no es de nadie, ni de ella, ni de aquella, ni de aquel. Pertenece a el mismo, se ha escapado del caos que tenia asignado y ha echado a volar con un ala rota.
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